Mientras tanto, la primavera manda en los viñedos veguillanos, que prosperan adecuadamente. A pesar del mucho calor y la poca lluvia, un manto verde esmeralda empieza a cubrir los horizontes de la Ribera del Duero, que se enriquecen en LaVeguilla con los cientos de árboles que crecen bajo nuestro atento cuidado, principalmente almendros y nogales, cuyos frutos envasamos y comercializamos, aunque podéis ver también moreras centenarias, abetos, cipreses, manzanos… para alegría de pájaros e insectos, especialmente los polinizadores, que tienen aquí un oasis entre viñas.
Las veteranas cepas de Tempranillo muestran ya las hojas desplegadas y pueden verse los racimos, que conformarán la materia prima de nuestros vinos. Las jóvenes de Albillo también crecen felices, esperando estrenarse en su primera vendimia, y el equipo de LaVeguilla en su primer vino blanco… Pero acabamos de estrenar mayo y aunque ya nos hemos quitado el sayo, quedan aún muchos días con sus noches de alegrías, inquietudes e inevitables pesares en el terruño veguillano; vamos despacio que, como dijo el poeta, “la tortuga puede hablar más del camino que la liebre”.
